LA VIDA, UNA REFLEXIÓN

Con los años aprendí que no necesito mucho para ser feliz
Que las cosas que me hacen feliz no tienen precio pero sí un inmenso valor

Que lo semejante atrae a lo semejante
y que el aceite y el agua no son una buena combinación por mucho que lo intentes

Aprendí cuánta belleza hay en lo que sostiene a las personas desde dentro cuando todo lo demás se derrumba
Y que el fracaso no es caerse, el fracaso es quedarse en el suelo y no levantarse

Aprendí que la dignidad no se negocia 
y que el amor incondicional también tiene límites
Aprendí que si perdonas una y otra vez es porque te dañan una y otra vez
Y que no debes permitir que nadie se sienta cómodo faltándote al respeto

Aprendí que hay formas geométricas que jamás formarán parte de mi vida: triángulos amorosos, cabezas cuadradas, círculos viciosos

Y que no soporto las mentiras porque son acciones con intenciones
Y que si todo vale nada importa

Aprendí que las personas con luz se construyen con valores y predican con el ejemplo

Aprendí que los sueños no tienen edad
y que eres mayor si no luchas por ellos, aunque tengas 20 años

Aprendí que la verdad es un material elástico, da igual la fuerza que le ejerzas, siempre recupera su estado natural
y que son hechos y no historias

Aprendí a sentirme orgullosa de mis cicatrices
Son las heridas que sané
y que hay heridas que te abren los ojos y no la carne

Aprendí la importancia de los rostros sinceros que iluminan tu día
Son como el chocolate caliente una mañana fría

Aprendí a dar las gracias 
Por vivir
Por mi gente
Por perderme en la naturaleza y tostarme al viento
Por los bailes bajo la lluvia
Por el pelo despeinado y las batallas vencidas
Por el amor 

Y por el suave vaivén del destino
Ese que me mece y susurra al oído cuando habito las estrellas